domingo, 19 de febrero de 2012
Asuntos pendientes
Yo nunca pensé que tendría asuntos pendientes...siempre iba de aquí para allá, con prisas, sin tiempo para pararme y mirar alrededor, sin tiempo para pensar si quiera. Era una persona normal, con un decepcionante trabajo normal, con unas pobres expectativas normales y una vida estresante y agotadora, por otro lado también de lo más normal. Para mí comer no era más que una molesta necesidad que me hacía perder tiempo que podría estar empleando en cualquier otra tarea más provechosa, y dormir...dormir era lo peor, era un verdadero suplicio. Horas y horas desperdiciadas y yo con tantísimas cosas que hacer, cosas que además me perseguían en sueños. Papeles, fotocopiadoras, teléfonos sonando...todos ellos me perseguían en mis sueños noche tras noche. Y así pasaban los días, uno tras otro hasta que al final, todo se paró. Bueno, en realidad fue mi corazón lo que se paró. Ocurrió durante uno de mis ajetreados y normales días de trabajo. Estaba en medio de una reunión con el estómago hecho un nudo, como siempre, ya que tenía que presentar una propuesta muy importante, o al menos me parecía muy importante en aquel momento...y, de repente, todo empezó a ir a cámara lenta hasta desaparecer...Lo siguiente que recuerdo era ver mi cuerpo tendido sobre la mesa de juntas, parecía que dormía. La rabia que me entró al verme en aquella posición, durmiendo de aquella manera como si no tuviera nada que hacer. Tardé unos minutos en darme cuenta de que había muerto, un poco menos que los que me rodeaban la verdad, que estaban demasiado ocupados tratando de no dormirse ellos mismos.
En fin, allí me encontraba yo, muerta y sin haber vivido realmente. Así que me dije a mí misma que aquello no podía quedar así, tenía que hacer algo. Alguien debería poder ayudarme. Me costó lo mío a decir verdad, pero tras muchos esfuerzos conseguí dominar mis nuevos poderes de fantasma. Al principio aullaba y asustaba a los incautos, más tarde aprendía a mover objetos. Incluso me divertía de ver en cuando volviendo loca a mi secretaria cambiándole los documentos de sitio. Hasta que, finalmente, logré mi meta, conseguí poseer a un chico. Era realmente prometedor, joven, como yo, ambicioso, como yo...aunque un poco lento a decir verdad. Pero lo importante era que lo había conseguido, ahora tenía un cuerpo nuevos, lleno de nuevas oportunidades, una vida nueva. Y así, con mi nueva carcasa y con mil expectativas flotando por mi fantasmagórico cerebro entré con decisión en el despacho de mi jefe, golpeé la mensa con la mano abierta y le extendí el papel que me liberaría por completo...
Y así fue, exactamente así fue...como entregué al fin mi presentación. Por fin lo que me había atormentado desde mi muerte había desaparecido. Así que, en teoría, ya debería ir a donde sea que vayan las almas sin asuntos pendientes. Sin embargo, ahora me siento asustada ante lo que vendrá. Y es que dicen que morir es como dormir eternamente. Y...¿habrá algo más infructuoso que dormir?
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