Es un problema bastante extendido el insomnio,horas y horas que deberían estar empleándose en reponer energías de malgastan en rodar entre las sábanas y mirar a la oscuridad a la cara, incluso llegando a ver las extrañas formas que a veces decide mostrarnos. Y es que el cerebro es un órgano bastante curioso, curioso y complejo, además del más despiadado cabrón que se haya visto nunca. El órgano en cuestión puede pasar todo un día completamente abstraído, hasta el punto en el que no permite a su anfitrión realizar las tareas más simples sin cometer los errores más estúpidos. Sin embargo, parece activarse como movido por un resorte en cuanto nuestra cabeza roza la almohada. Y no es que no estés agotado y deseando abandonar este mundo durante al menos unas horas, sino que para este caprichoso patán eso carece de importancia. Lo único que le interesa en ese momento es ponerse en marcha, haciéndote recordar todo lo que menos te apetece recordar, haciendo aparecer como por arte de magia maravillosas ideas que no sabías ni que fueras capaz de concebir, creando fabulosas historias y, ¿por qué no? también espantosas pesadillas que hacen que el miedo te invada ante la sola idea de cerrar los ojos. Todo esto no nos lleva más que a un único pensamiento, a una sola conclusión posible:
Nuestro cerebro, el rey de nuestro cuerpo, no es más que un déspota que emplea su poder absoluto sobre nosotros para joder al pueblo. Es decir, un político más.