domingo, 3 de agosto de 2014



Entró en la habitación acaloradamente, abriendo la puerta de un golpe y se detuvo en seco frente a la estantería. Tantas habían sido las tardes observando aquellos libros, acariciando sus lomos incapaz de decidir cuál escoger a continuación. De repente la visión de aquellas cubiertas era insoportable. Alargó una mano temblorosa y agarró con fuerza uno al azar, casi tirando de él para sacarlo de aquel estante abarrotado y se quedó mirándolo con ojos desenfocados. Y gritó. Gritó como no había gritado nunca. Los alaridos nacían en lo más profundo de sus entrañas y se abrían paso hacia el exterior con uñas afiladas, desgarrando todo lo que se encontraban a su paso. Incapaz de contenerlos permaneció inmóvil, con el libro firmemente sujeto entre las manos y ojos vacíos, mientras notaba como cada sonido que salía de su boca la hacía un poco más ligera, y continuó hasta que se sintió como si la más suave de las brisas pudiera levantarla del suelo. 

Entonces abrió el libro y lo colocó ante ella sin mirarlo, sujetando una tapa con cada mano y tiró con todas sus fuerzas. Era un inmenso volumen forrado en cuero que, si bien al principio opuso cierta resistencia, pronto se convirtió en un sinfín de hojas sueltas que volaban por toda la habitación. Y mientras observaba como caían sintió que caía con ellas. Se sintió como aquel libro, roto y desmenuzado, esparcido y sin saber muy bien cómo recomponerse.

   

jueves, 6 de marzo de 2014

Es como un grito alojado en el pecho. Se queda ahí, apretando las costillas, oprimiendo el corazón, pero no logra encontrar el camino hacia los labios. Y te quema, te ahoga y te desgarra. Porque él quiere salir, abandonar tu cuerpo...pero hay algo que no le deja.

lunes, 13 de mayo de 2013

Fantasma

Aquella noche la volvió a ver. Hacía tiempo que no le atormentaban los sueños de épocas pasadas, pero había vuelto otra vez. Esta vez tenía el mismo aspecto que el día en el que la conoció, con su pelo corto alborotado alrededor de la cara redonda. No se movía, permanecía a los pies de la cama mirándolo con aquellos ojos grandes e inquisidores. Alargó la mano hacia ella pero la cama se alargaba con rapidez, haciendo que la distancia entre ellos fuer cada vez mayor. Ella sonreía, él lloraba. "No pude salvarte" decía, "siento no haber podido salvarte", pero las palabras no llegaban a ella, quedaban suspendidas en el aire una fracción de segundo para luego hacerse añicos contra el suelo de madera.  Y ella seguía sonriendo con aquella cara infantil mientras él se ahogaba en palabras nunca dichas. Hasta que al final su fantasma desapareció, y él se despertó bañado en sudor y lágrimas y con un regusto amargo en la boca. No lo había conseguido, tampoco aquella vez había logrado disculparse.

jueves, 28 de marzo de 2013

Inflamaban con sus cánticos los ideales de un mundo mejor, un mundo libre donde toda persona tendría su lugar...pero ella permanecía ajena a todo aquel alboroto. Se limitaba a observarlos desde una distancia segura, preguntándose cómo sería creer en algo de aquella forma. Sentía lástima por ellos y por su causa, que estaba perdida ya antes incluso de haber sido concebida en las mentes sedientas de justicia de aquellos jóvenes. Pero sobre todo los envidiaba...pues para ella, que carecía por completo de ideales e inquietudes, ver como otros arriesgaban sus vidas sin dudar con un fin determinado no era más que un recordatorio de la cáscara vacía en la que se había convertido.

jueves, 20 de septiembre de 2012

The hunt


Apretó el paso...sus pies levantaban ecos sobre los adoquines mojados. Aparte de eso, la noche permanecía en completo silencio. Aquello era extraño por supuesto, nunca era buena señal que el bullicio natural de la gran ciudad quedara ahogado por un sepulcral silencio. Pero había algo más, lo estaban observando, lo notaba desde hacía un buen rato. Sentía unos ojos clavados en su nuca, pero cada vez que giraba nervioso la cabeza no encontraba más que sombras a sus espaldas. Se hacía imposible distinguir algo en las penumbras que las débiles bombillas de las farolas apenas eran capaces de disipar. 
Una sombra se movió a su izquierda, ¿o tal vez era solo su imaginación?..quizás el observador había decidido que no tenía suficiente con ponerle los pelos de punta taladrándole con la mirada. Casi que prefería que así fuera, lo que más odiaba desde que tenía uso de razón era la espera, la incertidumbre de no saber qué ocurriría a continuación. Así que se detuvo en seco y se limitó a observar él también. Escudriñó a su alrededor y clavó los ojos en un rincón de la calle especialmente lúgubre. Le había parecido ver algo que se movía  entre las sombras. Permaneció inmóvil con la mirada fija en aquel lugar hasta que lo vio brillar, lo vislumbró apenas unos segundos pero estaba claro, era un cuchillo. Aquello era el colmo, ¿cómo podía pensar aquel personaje misterioso que saldría ileso tras amenazarle con un cuchillo?
- No es de muy buena educación ocultar el rostro a tu víctima
Aquel comentario hizo reír a su acechador, una risita ahogada, apenas audible en el silencio que los rodeaba. 
- ¿Os consideráis una víctima, doctor? - para su sorpresa, fue una voz femenina la que contestó - imaginaos mi decepción, yo venía buscando un lobo y me encuentro con un corderito caminando dócilmente hacia el matadero.
A continuación dio un paso adelante, hacia la zona de la calle alumbrada por la farola. Era una mujer alta y esbelta. Unos apretados pantalones de cuero y una cota chaqueta con hebilla al cuello marcaban su silueta de piernas largas y pechos redondos y pequeños. Llevaba el pelo negro recogido en una cola alta dejando dos mechones que enmarcaban un hermoso rostro de labios gruesos y ojos violetas. El peligro brillaba en aquellos ojos, de la misma forma en que lo hacía en el cuchillo que llevaba en las manos. Jugaba con él, lo lanzaba y volvía a recogerlo sin apenas prestarle atención, con una precisión de quien lleva años practicando. 
Era hermosa sin lugar a dudas, y eso la hacía aún más dañina. Debía andarse con cuidado si no quería acabar convertido en un despojo en un callejón, y no había nada que quisiera menos que eso. 
- Una víctima de vuestra belleza sin duda - dijo mientras hacía una reverencia - dígame, ¿ en qué puedo ayudarla?
- Por favor, doctor, déjese de estúpidas cortesías...sabe muy bien que la única forma en la que usted puede ayudarme es dejando este mundo. Sólo le pediría que opusiera resistencia, estoy harta de lloricas debiluchos. No ofrecen un espectáculo digno. 
Lanzó en su dirección el cuchillo con un movimiento tan rápido que fue incapaz de verlo, pero estaba preparado y rodó hacia un lado para esquivarlo. Corrió hacia ella mientras sacaba del bastón su propia hoja, listo para atravesar a la desconocida y acabar con aquella molesta situación. Pero ella era más rápida de lo que había calculado y esquivó su ataque con facilidad, asestándole una patada en el vientre al tiempo que sacaba un cuchillo tras otro y los lanzaba hacia él. La precisión de aquella muchacha era impresionante, apenas lograba evitar los golpes y, cuando quiso darse cuenta, ya tenía un cuchillo clavado en un brazo. Aquello dibujó una sonrisa en su rostro. Hacía mucho tiempo que nadie lograba herirlo. Impulsado por una nueva  oleada de excitación comenzó a acosarla, estocada tras estocada, impidiendo que ella pudiera atacar de nuevo. Pero aquella terrible coreografía no duró demasiado, la chica se estaba viendo obligada a retroceder y cuando su espalda tocó el muro de una de las casas se firmó su sentencia. La hoja del doctor hendió el aire y se paró en seco al llegar a su cuello.
- Este juego ha sido de lo más divertido - se rozó con los dedos la herida del brazo - Has conseguido hacerme sudar de lo lindo...estás bien entrenada, una técnica bastante decente. ¿a quién tengo que mandarle tu cabeza envuelta para regalo?
La chica lo miró con ojos fríos y le dedicó una sonrisa de suficiencia.
- Veo que los rumores sobre usted no son infundados...el doctor Black, reputado científico y médico de renombre de día...peligroso asesino de noche.
- No soy ningún asesino, sólo soy una víctima más de una sociedad podrida.
- Ya , bueno...usted engáñese como quiera doctor, yo solo estoy aquí por el juego. 
- ¿el juego? ¿así que han decidido finalmente ponerlo en marcha y me han marcado como objetivo?
- ¿Objetivo? No, señor, usted es más bien el premio gordo. Yo soy una simple mensajera, mi ataque no estaba en su guión.
- Vaya, muy arriesgado por tu parte ¿no crees?¿y si te hubiera matado antes de que me dieras el mensaje?
- Estaba convencida de que no lo haría, usted no mata sin tener un motivo ¿no es así señor? Pero sí que había cierto riesgo aunque...¿qué es la vida sin un poco de peligro de vez en cuando?- sin dejar de mirarlo a los ojos lamió lentamente el arma que se mantenía a escasos centímetros de su rostro- para mantener la chispa viva, ya sabe de qué le hablo. 
Retiró la hoja con cuidado, escudriñando a aquella mujer que parecía estar completamente loca. 
- Está bien doctor Black - prosiguió la joven - yo ya he cumplido mi misión. Le informo oficialmente de que el juego empieza hoy.
Saltó hacia un lado y se deslizó entre las sombras hasta desaparecer por completo. 
El doctor permaneció allí pensativo durante un rato, hasta que finalmente reemprendió su camino con la cabeza llena de imágenes de lo que acababa de ocurrir. No podía ser cierto, no ahora que había logrado una vida normal, una parte de él estaba bastante incómoda por lo complicado de la situación, aunque otra, una parte que había tratado de esconder a toda costa, se excitaba cada vez más ante las perspectivas de lo que se avecinaba. La visión de su propia sangre cayendo sobre los adoquines lo alteraba, hacía despertar en él sentimientos que llevaban dormidos varios años y que ahora regresaban más fuertes y vivos que nunca. 
- Ha de ser de esta forma pues- murmuró para sus adentros- pues bien...que comience la caza

domingo, 2 de septiembre de 2012

A long road to heaven


Te esfuerzas una y otra vez en conseguir lo mismo, sin pensar en ello, sin siquiera plantearte por qué o por quién lo haces. Simplemente lo sigues intentando, y si fracasas, te castigas por ello. Golpeas las paredes con unos puños ya heridos por errores anteriores, gritas a la nada, lloras y te prometes a ti mismo que es la última vez, que no volverás a pasar por esto de nuevo. Tu boca se llena entonces de promesas estúpidas. "La próxima vez no me esforzaré tanto" "la próxima vez no dejaré que me importe" "la próxima vez no me harán daño".  O tal vez caigas directamente en la negación, con un enérgico "¡Abandono!"...pero una vez que esto ha pasado, todas esas promesas, toda esa ira cae en saco roto, y poco a poco, se te olvida por qué sufriste, por qué tus puños sangran...y por qué decidiste que nunca más cometerías el mismo error.
El hecho es que volvemos a hacerlo como si nada hubiera pasado, nos levantamos únicamente para volver a caernos una vez tras otra sin darnos cuenta de que la piedra con la que acabamos de tropezar es la misma que deberíamos haber apartado la primera vez que dimos con ella. Así que, en resumen, nos pasamos más tiempo en el suelo que andando.
Te preguntarás entonces por qué seguimos. Es normal...¿por qué no acabar con todo de una vez? ¿por qué no deshacerte de algo que te causa más dolor que bien? Puedes pensar que son ganas de pasarlo mal tontamente, y puede que sea eso. Pero el hecho es que una vez que consigues sortearla y seguir tu camino, sientes que todo ha valido la pena. Todas las lágrimas, las horas empleadas y las heridas, todo eso queda compensado...y te ríes...te ríes de lo que has sufrido y del trabajo que te ha costado conseguirlo porque ahora que la ves desde el otro lado, lo que te parecía una montaña no es más que otro canto en el camino. 

sábado, 11 de agosto de 2012

500 days of summer


...This is a story of boy meets girl but you should know upfront this is not a love story...

...Roses are red violets are blue fuck you whore...